lunes, 15 de febrero de 2010

Lola Guillen

Imágenes, espejismos, ensueños, secuencias oníricas que van y vienen pero que tanto cuesta que permanezcan -somos los que olvidan, es nuestro carácter biológico como seres humanos- sin embargo, aquellas figuras, difusas o bien nítidas se recrean para dar cuenta que en algún área de nuestro cerebro siguen latentes..
Magnificentes y abrasadores rayos de sol se filtraban a través de ese gran árbol ubicado justo en la puerta de Helguera 765. Aquellas baldosas desbaratadas no eran impedimento alguno para las carreras o escondidas. Su amor, dedicación y sobre todo el disfrute que le proporcionaba ser abuela hacían sucumbir y hasta desaparecer todas las dificultades y limitaciones físicas que podría llegar a tener. Era el hecho de ver felicidad en los ojos de sus nietas el mejor elixir. Tenía un andar inestable, pero una fuerza de voluntad más que firme y constante, derrochaba vitalidad, y para ellas era inmortal. Juegos, adivinanzas, anécdotas, canciones, refranes y millones enseñanzas formaban parte de los mágicos momentos que ella supo dedicar en aquellas gozosas e innumerables jornadas. El amor más puro honesto y natural se puede visualizar y hasta materializar sólo en una remembranza. Lejos en tiempo y espacio, ajeno mi realidad actual, pero paradójicamente inmortal como el eternalismo en un presente no universal.
En síntesis..Extraño banda a Lola.

1 comentario:

Unknown dijo...

No pude evitar llorar. Yo no podría haberlo expresado mejor, me llevaste hacia ella por un instante. Gracias. Yo también la extraño, y la necesito, ¡qué mujer excepcional!