sábado, 17 de julio de 2010

La camarera


Fue el sábado pasado cuando nos decidimos. Con motivo de mi cumpleaños, debíamos ir a cenar. Luego de pensar a dónde podíamos ir, terminamos optando por aquel restaurant-barrial de comida árabe: “los cedros”. Después de demorar lo necesario para abrigarnos (menos de 5 minutos) emprendimos camino. Eran sólo unas 10 cuadras, pero había un frío que pelaba. Al fin, llegamos, estaba totalmente famélica por el odioso y recurrente big-down.
Bajamos del auto de mamá y automáticamente los tres caminamos rapidísimo hacia el restaurant. Entramos, todo era perfecto hasta ese momento, el calor de los hornos me puso realmente de buen humor, otro factor super-importante: era tarde y estaba casi vacío. Niños llorando:0, Gritos de gente pasada de vino: 0. Genial.
La noche prometía ser satisfactoria y tuve la extraña sensación de que nada podía perturbarme. Quizá me nacía un poco de tedio al ver al borracho que estaba en diagonal a nuestra mesa- sólo despertaba para pedir otra cerveza- y luego quedaba planchadísimo frente al vaso. Empeño, eso, trataré de poner mi cara de traste en modo "off". Comencé intentando ignorar al borracho, pronto me hallé totalmente concentrada en el menú..Hasta que llegó ella.. con su voz repelente y chillona empezó a sugerir las especialidades de la casa.
A partir de ese momento no paró de asediarnos. Era demasiado gentil, no podía causarme otra cosa que no fuese desconfianza y terror. Mi madre me había advertido, pero nunca creí que una camarera pudiese abacorar de esa manera.
Realmente, soy consciente que mi padre suele generar ciertas expectativas como asiduo cliente de un comercio ligado al rubro gastronómico. De igual modo, las extralimitaciones de ese enviado de lucifer de no más de metro y medio no tienen parangón en la historia de empleados insoportables.
Luego del asecho opresivo e injusto, finalmente terminó el trato con le petit satan y todos tuvimos nuestro plato enfrente. Aliviada, aunque todavía un poco asustada por su mirada de lince atento y hambriento, comencé a comer con disfrute, pero desconfianza. Ella nos miraba. ¡En cualquier momento podía volver! No habían pasado 2 minutos del cuarto bocado de mi ensalada..-¿Todo bien?¿algo más?¿se ofrece algo señor? ¿usted señora?¿la señorita todo bien?-. No sabía si me irritaban más sus gestos risueños al decirlo o su tono de voz. Era tan infumable como un cigarrillo mojado. Pero no había nada más que hacer, solo esperar que la comida no caiga tan pesada como su presencia y retirarnos lo más pronto posible.
¡Y Claro!, la puta madre, el postre… Habíamos terminado de padecer su atención estorbante e incómoda, pero ella quería darnos más calidez. Pasé del susto a la indignación, ya no era atención, era acoso. La odié. Ella lo notó, me miraba. La desesperación me estaba sacando de mi postura corriente, quise huir. Creo que mi padre, finalmente, se compadeció y pronuncio lo que todos queríamos oir. Fue sólo una frase la que logró finalmente aliviarme: –La cuenta por favor- .

domingo, 11 de julio de 2010

Domingo


Domingo..No sé por qué todos los séptimos días de la semana civil serán tan parecidos. Es shockeante como el único día que casi absolutamente todos tenemos libre nos aburra tanto. Lo peor, no sólo que aburre, no conforme con eso, se convirtió en el gran adjetivo calificativo por defecto referente al momento o situación abúlica de la semana- "dominguero"-...Pensandolo mejor, creo que la depresión llega por la noche -y ni hablar bien entradita la previa...-su deprimente y vacía tarde-.
Si bien puede que esté dramatizando, no recuerdo muchos domingos que no haya hecho otra cosa más que comer y quejarme por lo que tengo que hacer en las vísperas de una nueva semana.
Convengamos que estando de vacaciones, quizá..cambia.. En mi caso, para peor.
Asumo que es porque no tengo nada de que quejarme. Eso me fastidia un poco más que tener letra para el top ten de tribulaciones, supongo. Asumo, supongo... ¡¡Encima uno se pone dubitativo!! Y claro, a la postre, surgen todos los sentimientos de malestar posibles, físicos y mentales. Acidez..letargo y mala onda deberian estar predeterminados en un formulario de descripción personal del día más tedioso de la semana.
Ok. Le ponemos onda, hacemos mate, prendemos la tv..¡PRENDEMOS LA PUTA TV! ¿Y para qué carajo? Para ver la bosta de programación "dominguera". Empiezo el desganado zapping de manera casi entusiasmada....Primer canal: programación de corte teen-ager al mejor estilo "high school musical",Segundo: animaciones. ODIO LAS PELICULAS DE ANIMACIONES, ¡ODIO A "SHREK"! Apago la tele agradeciendo no haberme cruzado con Guido Casca ni ninguno de sus programas de egresados eufóricos exitados y gedientos. Ok, debo desfogarme..Música, sí, la mejor manera de canalizar la insatisfacción..Luego de mirar la lista de discos exhaustivamente, hurgo en aquella carpeta que mejor siente con mis trepanaciones mentales. Joy division y..Nuevamente caigo derrotada al intentar remontar un poco la jornada de mierda de otro post-sábado gris. Mejor me pongo a escribir.

lunes, 5 de julio de 2010

Incoherencia


Preludio: cualquier intento de dar congruencia al relato, es inútil.

He vuelto, claro, como siempre, reincidente y obstinada. No sé por qué había abandonado la costumbre de la manifestación por medios digitales.
Supongo que la varieté que he vomitado en "el cuadernito" no siempre es digna de estimación. Aunque....Creo que nada de lo que he publicado lo es expresamente (dejémoslo ahí). Entonces volvemos a lo que pensaba antes ¡Claro! Es la comodidad del cuadernito. Ah, creo nunca haberlo mencionado. Casualmente, muchas veces he notado que al comunicar ciertas conclusiones, despistadamente omito el antecedente. No sé si les ha pasado, pero es realmente molesto y digno de enjuiciamiento por comportamiento esquizoide. Cristina lo sobrellevaba bastante bien -aunque a veces se hacía medio difícil la cuestión de compendiar todos los componentes del monologo y armar un relato medianamente coherente para continuar con el intento de diálogo. Aunque…Creo tampoco haber mencionado anteriormente quién es Cristina. ¡OK! No es relevante, lo juro. ¿O sí? Quizá ahí radica mi problema con los diálogos, eh,..digo...monólogos-relatos ..¿Relaciones también? Uh, que cagada. Me parece que a veces pienso demasiado en voz alta-o escrita-. No entiendo por qué siempre creo suponer que el otro sabe lo que estoy pensando.
Realmente, es irritante la capacidad que tengo para expresar -con absoluta convicción- la resolución de una acabadísima argumentación imaginaria. Es obvio que el desarrollo que hago en mi cabeza para el grueso de los receptores sea un enigma irresoluble. Algo así como cuando algún buen amigo (luego de fumar una cantidad guasa de marihuana y estar 40 minutos en silencio mirando las ramificaciones de su planta), salta de la nada convencido y totalmente extasiado, e intenta persuadirte que un reality show sería la mejor manera de llegar al éxito económico. Salvando las diferencias, supongo que mi mayor problema es entender la incoherencia como una genial coherencia interior.

domingo, 4 de julio de 2010

Malos vecinos

Paradoja, la constante oscilación. Sólo en el momento que uno se detiene a pensar deja a un lado el derrumbe interno.. ¿Pero cómo es posible comenzar a “construir” un andamiaje solido sobre algo que no es netamente tuyo,- y para ser redundante en mi énfasis- que si no es parcial, totalmente ajeno? Es claro que en esas circunstancias, y muy corrientemente sobra el hijo de puta que te tira la medianera de una patada omnipotente. ¿Y ahí? ¿Cómo se hace? Podemos creer que pecamos de anárquicos y empezar a levantar muros de concreto con ladrillos de más que supuesta estabilidad. Está muy linda la idea, y tiene bastante sentido. Pero sigue sin convencerme. Los ladrillos se siguen cayendo, no sólo por la determinación del bárbaro destructivo, ni su necesidad de equilibrarse en tu derrumbe. ¿Será porque simplemente les damos pase libre…? Que se yo..por precaución me alejaría de los vecinos desequilibrados.