lunes, 23 de agosto de 2010

Insomnio


Y si, evidentemente, soy culpable de mi insomnio. Es fastidioso. Justo en el instante en que mi cuerpo es cautivo de la seducción de mi cama..Otra vez. El maldito chirrido de pepe, como siempre, inoportuno, comienza a agobiarme enumerando inagotablemente nuestros alborotos.
Bleh. Me acuesto... Suponiendo que en unos tres cuartos de hora podré conciliar el sueño.
Creanme, no es tan fácil pelear contra esos cuarenta-infinitos-cinco minutos con un grillo de mierda paseando por el túnel de mi insania. Dialogamos, aunque no siempre conciliamos, es una personificación de la subconsciencia insoportablemente pertinaz. No digo que se equivoque, pero pocas de sus alternativas me parecen inteligibles (menos que menos cuando se pone en triunfalista y megalómano).
Demasiado controversial esto de andar discutiendo con el subconsciente, y sobre todo..Qué cagada tener que levantarse tan temprano mañana. En algunas ocasiones, no resultaría extraño que al despertarme haya olvidado todas las autoargumentaciones convincentes (alienada por la velocidad en la que tengo que llegar a Marcelo T). O peor aún, que la esquizofrenia en su labor incesante encuentre cambiados mis parámetros de lo permisible. Ergo, todas aquellas conclusiones útiles que habían llegado a tener un nivel casi autárquico en la dialéctica del deber ser, se ahogarán nuevamente en el pesimismo de un nuevo día de mierda, vacuo y trivial. Sin mencionar su correlato: la carencia de cualquier subordinación del conocimiento a la acción. Resumidamente, una autómata nihilista. Pa-té-ti-ca. Supongo, que teniendo un buen despertador, no está tan mal el insomnio. ¡Ja!