jueves, 30 de junio de 2011

La aguja parcial de los relojes morales.


El tiempo pasa sin pedir permiso, arremetiendo infinidades de profanaciones a las fijezas. Si nos ponemos puntillosos, podríamos decir que no es el tiempo aquello que percibimos, sino sus funciones: el cambio ¿El cambio de qué? De nuestras células, pensamientos, pasiones, vicios, metas, satisfacciones y hasta en los más “perturbados”, de las mismas configuraciones conceptuales que traducen lo circundante. Pero, a veces me pregunto ¿Qué será de aquellos que no entienden el movimiento? Son ellos, los mismos que tienen la vista anclada en las esencias o en sus vomitivas tradiciones pusilánimes. Como buenos actores, colocan su paso firme sobre las fuentes de lo perpetuo, mojando su disfraz, que yace sobre un cuerpo desacralizado y oscilante. El reloj no parece adulterar sus convicciones, el dinero… Tal vez. Después de todo, sus actitudes y conservadurismo eran bastante corruptibles.

sábado, 18 de junio de 2011

Pequeñas sombras sobre grandes arquitecturas antiguas.



Ayer a la tarde me bajé del “metrobus”, caminé unos pasos y reparé en una adolescente vistiendo remera negra, estampada con el logo de “Female Power” en fuccia. Estaba tomada de la mano con otra chica, de mediana estatura y un peinado muy llamativo. Automáticamente me surgió una inquietud... ¿Por qué será que las personas que les atrae un ser humano con el mismo órgano sexual se denominan como "gay" o "lesbiana" ? ¿Por qué caen en tal autoprejuicio? Si creen que es una rebeldía a la identidad de género, considero que están equivocadas/os. Más bien.. estarían legitimando la ridícula dicotomía categorial: sexo femenino-masculino/ heterosexual-homosexual. No se equivoquen, mi intención no es deshonrar a ningun ser humano, ni a sus desiciones. Por el contrario, me llama poderosamente la atención que alguien pretenda romper con los esquemas impuestos y se limite solamente a diferenciarse o auto-discriminarse dentro de las categorías existentes e impuestas por la misma sociedad que nos oprime a todos. Sin ir más lejos, y con un poquito menos de análisis… ¿Por qué necesitan usar remeras para demostrar que la mujer tiene poder? ¿Seguimos en los 50’s? ¿No estaremos legitimando la idea de una determinación biológica de la identidad? Y si la identidad de género es social… ¿Es necesario auto-segregarse? ¿Se necesita explicitar que la mujer tiene poder ? No sé. En lo personal, la muchacha con la remera del logo fuccia me causó la misma impresión que aquellos "pollitos" que visten elegantemente remeras del “Che”. Que por lo general, proceden de fábricas dedicada a la serigrafía, estampadas en situaciones de explotación, cuando no de cuasi esclavitud o semi-servilismo. Qué más da… Apariencias.

viernes, 10 de junio de 2011

Me encantaría poder decir: piedra libre.


Ok, empiezo por leer el módulo de Historia.. O mejor Sociológico… (bostezo). Me cae lenta y desesperadamente una lágrima a través de mi mejilla derecha. Veo las telarañas. No. Tengo que ordenar mi pieza. O mejor ¿por qué no empiezo por ordenar lo que quiero hacer? O, más osado todavía… ¡Lo que quiero pensar! ¡Lo que quiero! A veces lo claro, se nos pasa de largo por ser casi transparente. Lo básico o fundamental está tan relegado que terminamos complicándonos con trivialidades -aparentemente complejas e insoportables-. Y lo son, pero por el simple hecho de no haber podido resolver las marañas más complicadas. Primero, lo primero ¿no? Frase aparentemente pelotuda, pero que nos cuesta tanto aplicar. No intento ser despótica con mis generalizaciones, pero sospecho que no soy el único ser poco dotado de practicidad. Aunque no estoy segura si es practicidad, capacidad organizativa, ansiedad o vaya a saber qué otra disfunción física o mental. De lo que sí estoy segura es que camino por una cuerda tendida entre dos muros y un precipicio. Lo hago en puntas de piés, despacio y cautelosa, aunque torpe.. Me he caído, pero nunca me solté. A veces me pregunto qué sucedió con mi impetuosidad adolescente. Dónde está mi energía, evidentemente, en algún lado debe estar. Aunque la busco… No se deja ver, está escondida. Puede ser que debajo de mi cama. Si, ¡eso es! Mi energía está debajo de mi cama, eso debe ser lo que siento cuando no me puedo levantar. Ahora digo no… ¿Cómo llegó ahí mi metafórica fuerza de voluntad?