viernes, 15 de abril de 2011

Circuitos cortos y peligrosos de una avispa sin hélice.



Cuestionamientos... Todos los análisis empiezan por ahí. Qué mierda… Análisis. Beh. Por momentos, nos damos el tiempo para abstraernos, para ser un concepto; para ser objetos y fenómenos de nuestros autoanálisis “racionales”. Estamos así.. completamente ensimismados. Pero a los dos minutos..¡RING!, suena la alarma y nos estamos morfando una tostada, glotonamente, porque llegaremos tarde a cumplir nuestras “obligaciones”. ¿Obligaciones? ¿Qué mierda es eso? Por momentos estoy profundamente convencida de odiar las formas, los encuadramientos, las conceptualizaciones lo supuestamente “dado” . Me irrita la idea de pensar que somos recipientes vacíos internalizando lógicas de pensamiento. En esas circunstancias, me propongo llevar adelante “el juego de la ameba”. Donde me vuelvo, casi literalmente una entidad contemplativa que absorbe percepciones, sin intentar organizarlas, sin moldes, sin preceptos y lo peor.. sin intentar modificarlo y enfrascándome en las impresiones. Pero, antagónicamente, en otras ocasiones sufro de otro tipo de sensaciones, muy distintas a mi fantasía especulativa. Ocasiones en las que no soporto las faltas de ortografía, en las que quiero aprobar mis materias y obtener mi título “profesional y oficial” . ¿El motivo? Supongo que es para que mi esfuerzo por normalizarme sea reconocido y también para poder formar parte de un mercado de trabajo- que me desprecia de antemano-. ¡Ja! ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Yo que sé, creo que en este momento estoy en otra especie de momento: el híbrido. Movilizado por las pasiones de lo irracional pero también por la necesidad de esquematización y orden de lo racional. Esquizofrénico, si se quiere en resumidas cuentas. Dependiente al fin, de una “racionalidad” o una “irracionalidad” incuestionada. ¿Qué carajo es la racionalidad a fin de cuentas? ¿Por qué tengo que seguir una especie de orden semántico/sintáctico hasta para expresar mis inquietudes? ¿Qué quiero? ¿Cuáles son las opciones para elegir? ¿Realmente quiero algo? Soy un sujeto, ¿en cuanto a mi trascendencia o en cuanto a mi sujeción? ¿Quién carajo habrá inventado todas estas categorías? QUIERO UN CHOCOLATE... ¿Qué puedo hacer? No quiero contemplar, no quiero analizar, no quiero verme avasallada con percepciones ni con pasiones efímeras. No quiero razón, no quiero irracionalidad, no quiero tiempos, etapas ni momentos. Todos esos conceptos me sofocan, no hay aire, todo está encerrado en ellos. No hay posibilidades, todas las categorías conceptuales limitan, no dejan lugar a la excepción, a lo no descripto, a lo contingente.. Quiero visicitudes, quiero que las visicitudes no se llamen como tales. No quiero marcha de las cosas, no quiero desarrollos, ni quiero estructuras, no quiero positivismos, no quiero idealismos, quiero ser. Quiero inconstancia, quiero inconformismo, quiero poder expresarme sin miedos. Quiero ser, pero sin los límites de las conceptualizaciones ni de la lingüística. Quiero no necesitar imperiosamente usar la diéresis donde “va” porque simplemente “es así”. No quiero ser analizada por nadie, ni bajo ningún modelo ideal. Quiero “nada”...