sábado, 25 de diciembre de 2010

blah.


Ella se sentía triste, sin motivo material alguno. No le faltaba comida, techo ni dinero, pero le sobraba angustia, tenía pálida el alma. Corría, escapándose del fantasma de la soledad, pero sólo encontraba representaciones y sombras contingentes de compañías ilusorias. Ella vivía música, cantaba sobre sus ilusiones negadas y el desequilibrio de su propia fantasía reprimida. Ya no anhelaba ser feliz, sino moderar entelequias. Pretender controlarlo todo parecía más sencillo que permitir que la vida se suceda a sí misma y se dé el lujo de sacarle lo poco que le quedaba de sangre. A Ella, todavía le brillaban sus enormes ojos; a veces podía querer, de a ratos y librarse de sus análisis pesimistas. No era un ente vil, pero exhalaba irreverencia y altivez. Ella miraba fuerte y no le gustaba llorar en público. Creía conveniente ocultar una de sus virtudes, que yo consideraría la más grande que ella poseía: era uno de los seres más sensibles y perceptivos que he conocido. Hoy la miré, ella suspiraba y vivía música, le brillaban los ojos, miraba fuerte y se sentía sola.

viernes, 24 de diciembre de 2010

navidat.

Y una vez más, llegó la semana del consumo desenfrenado. ¿Estamos en la jungla? Ojalá, los animales no tienen este tipo de "necesidades". Seres abalanzándose desesperados para gastar toda la guita que ganaron rompiendose el culo, su aguinaldo y ahorros en una semana. Estamos a la orden del día, consumimos hasta explotar, comida, pirotecnia, regalos y humo. ¿Festejamos? ¿Qué festejamos? ¿El incremento de ingresos del empresariado? ¿El nacimiento de Jesus? Me cago en la puta madre. La rosca está riquísima igual.